viernes, 10 de septiembre de 2010

Juan Almeida: un hombre excepcional

Nuevamente, igual que hace exactamente un año, este 11 de septiembre me trae una mezcla de tristeza y remembranza.

Esos sentimientos se agolpan en mí ante la desaparición física de

Juan Almeida Bosque, Comandante de la Revolución cubana, uno de esos hombres excepcionales, que desde las privaciones de su cuna humilde, en el reparto Los Pinos de La Habana, Cuba, creció y se formó con los más altos valores.

El Moncada lo tuvo entre sus asaltantes, con evidente arrojo.

Marchó al exilio en México, para participar en los entrenamientos y preparativos de la expedición del yate Granma.

Entereza y valentía sellaron siempre su personalidad en el combate.

El triunfo de enero de 1959 abrió nuevas responsabilidades para el comandante Juan Almeida Bosque que cumpliría con igual disciplina y entrega, desde jefe de la Dirección Motorizada del M-26-7, hasta jefe de la Fuerza Aérea del Ejército Rebelde y jefe del Ejército, en sustitución del comandante Camilo Cienfuegos, tras su desaparición física.

Otras tareas implicaron sus esfuerzos: la Lucha Contra Bandidos; Viceministro primero y jefe de la Dirección de Servicios del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, PCC, y de su Comité Central, Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y vicepresidente del Consejo de Estado. Luego electo Presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Cargo que ocupó hasta su fallecimiento.

Héroe de la República de Cuba, Almeida fu también poeta y compositor, pero sobre todo fue un ser humano especial.

Lo conocí muy de cerca en la década del 1960, cuando permaneció por unos cinco años cumpliendo una importante tarea en la actual provincia de Granma.

Vivió todo ese tiempo en el reparto Nuevo Bayamo, a solo una cuadra de mi casa.

De él conocí al padre amoroso de sus hijos, al esposo cariñoso y romántico, al vecino servicial, al cederista cumplidor…

Desde mi estatura de solo 12 años de edad lo veía sumamente grande, porque lo miraba con admiración y respeto. Aprendí a sentirlo más cerca, pues su sencillez lo hacía querido.

Por todo ello, vuelven a mezclarse la tristeza y la remembranza, pero ahora, transcurrido un año de su partida, me convenzo de que Juan Almeida sigue entre nosotros, hasta a veces creo verlo limpiando el jardín de la que fue su casa.

Como un susurro grato escucho en ocasiones, como pétalos sueltos de aromáticas rosas, las estrofas de “La Lupe”:

“… ahora que me alejo, para el deber cumplir/ que la Patria me llama, a vencer o a morir/ no me olvides Lupita, acuérdate de mí…

jueves, 26 de agosto de 2010

Motivos para confiar

Cuando la situación económica en nuestro país se hace cada vez más tensa, al igual que en el resto del planeta, y la conciencia del pueblo debe primar para llevar adelante cualquier empeño, a cada paso encontramos motivos para confiar en la Revolución.

Uno de ellos vino a mí hace solo pocos días, se trata de Kenia Aguilar Quesada, una joven trabajadora social del municipio de Jiguaní, madre de uno de los dos partos de trillizos que tuvieron lugar en Granma durante el primer semestre de 2010.

Kenia se mantuvo desde las ocho y hasta las 28 semanas internada en el hogar materno Esperanza Acosta, de Jiguaní, municipio en el que desde hace 90 años no se producía un parto de trillizos, cuando nacieron Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes junto a su progenitora tuvieron una suerte muy diferente.

Para Kenia estaban destinadas atenciones diferenciadas, cariño y la preparación adecuada para enfrentar una situación totalmente nueva.

A las 28 semanas fue trasladada a la Maternidad del hospital general universitario Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, y a las 29 semanas, el 29 de mayo, se le practicó la cesárea y nacieron sus tres niñas, Emilly de la Caridad, Eynara de la Caridad y Elied de la Caridad, con mil 490, mil 280 y mil 480 gramos de peso, en ese orden.

Comenzó entonces el período de la Sala de Neonatología y la incubadora, la esmerada atención de un equipo de médicos y enfermeras que se consagró a esas tres recién nacidas como si se tratara de sus propias hijas, una de ellas, Elied, demasiado pequeña, no rebasó, y a casi un mes de nacida falleció.

Hoy, transcurridos tres meses Kenia y su esposo Juan Miguel Labrada disfrutan de sus dos hijas, sanas y con suficiente peso, y expresan su agradecimiento infinito al Sistema de Salud cubano y a la Revolución.

Así como este caso me solidificó la certeza en el futuro y la confianza en el presente, otros muchos existen en cada barrio de la provincia de Granma y del país.

martes, 10 de agosto de 2010

Fidel, está aquí, entre nosotros

Julio nuevamente se vistió con los colores de la Bandera, pues además de tener en su haber el Día de la Rebeldía Nacional le regaló a los cubanos la inmensa alegría de ver de nuevo en público, recuperado e infundiendo coraje con su presencia y su verbo, a Fidel Castro Ruz.
A este hombre inmenso, con solo denominarlo la brújula que sigue guiando a su gente como hace más de cinco décadas, todo queda dicho.
Cuando medios de prensa nacionales e internacionales ya han publicado valiosos trabajos sobre la reaparición del Comandante y sus intervenciones, resulta difícil ofrecer una opinión sin que ésta reitere ideas, pero la gran carga emocional de ese reto, bien vale la pena.
Su entusiasmo, jocosidad, la precisión en sus afirmaciones y apreciaciones, han renovado el espíritu revolucionario del pueblo, que disfruta esos juicios certeros a los cuales estamos acostumbrados, bebiendo hasta la saciedad de la savia imprescindible que es.
Fidel no nos ha faltado, con esa tenacidad para vencer dificultades de todo tipo a lo largo de su vida como revolucionario, ha estado en todo momento al frente de los millones de cubanos acostumbrados a ser orientados e informados a través de sus Reflexiones, que nos han mantenido al tanto de temas cruciales.
Cuán fabuloso simbolismo encierra que luciera de verde olivo en Artemisa y en el Memorial José Martí.
Lo hemos visto de civil, pero con ese verbo hábil, y esa convicción irrebatible, con la claridad y previsión de siempre, alertar que la capacidad destructiva de las armas de que hoy dispone la humanidad, supera en gran medida la existente en la Segunda Guerra Mundial; denunciar, al intervenir en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el peligro que acecha a la humanidad por la inminente guerra nuclear contra Irán.
“Será un holocausto, si el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Barack Obama no toma la decisión correcta, que no ha de ser otra que cancelar la confrontación”, advirtió con exactitud.
“El mundo después le rendirá todos los honores que le corresponden, enfatizó tras referirse a la descendencia de africano y blanco, de mahometano y cristiano del jefe de la Casa Blanca”.
También seguimos con detenimiento la presentación, por ese Caguairán erguido, de su ensayo autobiográfico "La victoria estratégica", ante un auditorio encabezado por un grupo de guerrilleros que lo acompañaron en la Sierra Maestra, donde dijo:”No nací político, aunque desde muy niño observé hechos que, grabados en mi mente, me ayudaron a comprender las realidades del mundo”.
El viernes 13 cumple 84 años, hecho que por sí deviene incentivo para prolongar con más arrojo la misión de cada cual en su puesto de trabajo o área de residencia, por el regocijo enorme de que Fidel esté ahí, entre nosotros, como el inclaudicable adalid de tantas y tantas batallas, como visionario de ideas universales, formando con Raúl ese refulgente binomio que guía a los cubanos para, mirando el futuro, seguir adelante.