sábado, 10 de julio de 2010

La oportunidad de Aurora

Armando Núñez Tornés cuidó sus ojos cuanto pudo y recibió esmerada atención en su querido Media Luna, municipio de la suroriental provincia cubana de Granma, antes de morir ciego casi 20 años atrás, entonces no fue posible hacer más, se vio privado del importante sentido de la vista, que aqueja a 45 millones de personas en el mundo.

Hoy la realidad es otra, Granma fue parte de una campaña de contenido social y humanitario iniciada el 30 de noviembre de 2007 en Río Cauto, que no distinguió condición social, edad ni raza de los pacientes: la Operación Milagro, iniciativa de Cuba apoyada por Venezuela para preservar y devolver la visión a no menos de seis millones de enfermos latinoamericanos y caribeños sin recursos económicos.

Participaron en materializar el empeño 165 instituciones nacionales entre hospitales, hoteles y educacionales, y se dispone de una red de 49 centros asistenciales en la nación y 82 posiciones quirúrgicas en 14 países de América Latina y el Caribe.

Los resultados pueden palparse, sobre todo en el estado anímico de quienes tuvieron la esperanza, al ser pesquisados, de un cambio en su vida, pues se les ha devuelto o mejorado la visión a ciudadanos de 31 países, la mayoría personas muy humildes, condenadas a morir ciegas y sin atención médica; más de un millón de pacientes atendidos a través de la Operación Milagro.

Las bondades del Sistema de Salud cubano llegan una vez más hasta el lomerío, y ya la Operación Milagro, como había sido previsto, se insertó en el montañoso municipio de Bartolomé Masó, con más de dos mil 50 mayores de cinco años con afecciones de catarata y pterigium (carnosidad) evaluadas y una cantidad superior a los 345 operados en los hospitales de Minas de Frío, el “Pérez Balí” del Caney de Las Mercedes y el “Celia Sánchez”, de Manzanillo.

El proyecto aportó también actualización médica al personal de Salud del territorio, y lo dispuso para asumir otros empeños de similar alcance, planificados en beneficio de sus comunidades.

Armando no coincidió en el tiempo con esta campaña; pero muchos de sus coterráneos sí, y aventajan a los cinco millones de niños, jóvenes y adultos que necesitan operaciones oftalmológicas diversas en América Latina y al medio millón del Caribe, carentes de recursos y de posibilidad alguna para hacerlo.

Por estas razones resulta común escuchar frases como la expresada por Aurora, una residente en las entrañas de la Sierra Maestra, poco más allá de Victorino: “Ahora sí llegó mi oportunidad”.

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