lunes, 22 de febrero de 2010

Ante la drogadicción ojos bien abiertos

Cuando la palabra drogadicción esté sobre el tapete, nadie absolutamente debe virar la cara, hacerse de oídos sordos o ponerse una venda en los ojos, porque nadie está exento de caer en ese abismo o de contribuir a la lucha contra el consumo indebido de narcóticos o cualquier otro tipo de drogas, incluido por supuesto el alcohol.

Los prejuicios que ocasiona la adicción resultan verdaderamente fuertes, sobre todo en adolescentes, jóvenes y mujeres, por ser los grupos más vulnerables.

Unido al accionar de Salud deben valer condiciones imprescindibles de educación y prevención, a fin de evitar las consecuencias de ese mal.

El Grupo de Salud Mental a todas las instancias se ocupa del tema, y de acuerdo con resultados de sus pesquisas se aprecian tendencias al uso irracional de medicamentos y de alcohol.

En cuanto a los adolescentes es válido enfatizar en la acertada conducción y el cuidado que padres y tutores deben mantener, pues a esta edad no están preparados para afrontar los diversos problemas de la vida, no tienen la resistencia ni el mecanismo de enfrentamiento necesario para decir no, especialmente cigarros y de la portera por excelencia, el alcohol.

Luego de probar, entra la continuidad del consumo, y corresponde a la familia observar cuidadosamente, porque es más difícil “desenganchar” a alguien al borde de perder algo tan vital como el estudio, el trabajo, las relaciones interpersonales y los valores, que realizar la labor preventiva.

Es preciso, cuando tenemos descendencia, pensar con mesura en nuestra conducta cotidiana, en el ejemplo que damos a los hijos, al resultar absurdo aconsejar sobre la no ingestión de bebidas alcohólicas o de fumar, con un vaso de ron en una mano y un cigarrillo en la otra.

Los menores tienen en sus padres o mayores los más completos patrones de conducta, por lo que resulta normal que los hijos de bebedores y fumadores también lo sean desde temprana edad.

Ahora no constituye un tabú, y no se aprecian fuertes acciones de enfrentamiento ala ingestión de alcohol en adolescentes y jóvenes, lo cual provoca en áreas públicas no pocas reyertas, escándalos a horas inapropiadas y hasta maltrato verbal y físico hacia las féminas.

En tal sentido debieran incidir más las organizaciones de masas en el barrio y la comisión de prevención y atención social, sobre todo con casos que ya ameritan un tratamiento diferenciado por provenir de familias disfuncionales o con un historial al respecto.

Quizás muchos de quienes aplaudan la fortaleza para “aguantar sin alegrarse” de tal o cual muchacho, ni siquiera se detengan a pensar en los posteriores daños para su salud, sobre todo si se trata de hembras, porque tenemos menos agua en el organismo que los hombres, por tanto nos embriaguemos más fácilmente y el alcohol nos atrapa también más rápidamente.

En las mujeres generalmente el alcoholismo está relacionado con acontecimientos vitales sufridos: un divorcio, un conflicto de pareja, y otros asociados a la esfera sentimental y familiar.

Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, arroja resultados cuyas magnitudes son evidentes alertas para todos y todas.

El alcohol reduce en unos 10 años la expectativa de vida y produce más muertes que el abuso de cualquier otra sustancia, cada año se reportan más de 200 mil muertes vinculadas con su uso, cerca del 70 por ciento de la población mundial consume bebidas en diferentes proporciones y de ellas el 10 por ciento aproximadamente pasarán a convertirse en alcohólicos en el curso de sus vidas, el alcoholismo en América Latina afecta a unos 38 millones de personas, que representan el 10 por ciento de los adultos en una proporción de 10,4 hombres por cada mujer.

Además, las cirrosis alcohólicas están entre las 10 primeras causas de muerte y más del 35 por ciento de los accidentes de tránsito son causadas por el alcohol, en los varones, el alcoholismo es más intenso entre los 18 y 20 años, en mujeres el pico más elevado se produce entre los 25 y 29 años, la tasa de mortalidad en alcohólicos es 2,5 veces superior, las muertes por accidente son siete veces más altas, y la de suicidio es también 2,5 veces mayor que en los pobladores en general.

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